Acuerdo Mercosur-Unión Europea: El Rescate de la Diplomacia Multilateral

Aloizio Mercadante, presidente Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES)

El mundo atraviesa un período histórico de profundas transformaciones económicas, comerciales, tecnológicas, climáticas y geopolíticas. Enfrenta conflictos armados en Europa (entre Rusia y Ucrania) y en Oriente Medio (Líbano, Gaza, Siria), tensiones crecientes en Asia (Taiwán y el mar del sur de China), y un desacoplamiento entre las principales potencias, con una rivalidad económica sin precedentes desde la posguerra, que pone en entredicho las reglas del comercio y los propios mecanismos multilaterales.

Los países desarrollados apuestan cada vez más por políticas proteccionistas agresivas, basadas en subsidios masivos en diversos sectores industriales y en un aumento de barreras arancelarias y no arancelarias. Este enfoque ha alimentado una espiral proteccionista global y reducido los incentivos para que otros países mantengan un alineamiento con las reglas comerciales internacionales establecidas.

En el ámbito tecnológico, el mundo vive una revolución impulsada por la Inteligencia Artificial, que promete transformar los sistemas de producción, trabajo y competitividad global. En cuanto a la crisis climática, convivimos con eventos cada vez más extremos y frecuentes, que exigen una nueva postura generacional ante este desafío.

Aunque la llegada del presidente Trump al gobierno de Estados Unidos pueda profundizar muchas de estas tendencias, también abre una ventana de oportunidades. Brasil, liderado por el presidente Lula, está bien posicionado para liderar varios de estos procesos de transformación.

El ejemplo más reciente de la sinergia entre oportunidad y liderazgo histórico es el recién finalizado acuerdo entre Mercosur y la Unión Europea, la mayor asociación comercial y de inversiones del mundo, que involucra a más de 718 millones de personas y un PIB conjunto de 22 billones de dólares. Más que un acuerdo comercial, esta iniciativa envía una importante señal hacia un mundo más abierto e inclusivo, con menos muros y menos barreras.

Como todo acuerdo complejo que involucra múltiples países y sectores, enfrenta dificultades para su aprobación. No es perfecto ni beneficia de manera uniforme a todos los interesados. Del lado europeo, el acuerdo aún debe pasar por la ratificación interna de los estados miembros. Existen intereses poderosos y resistencias significativas de algunos pocos sectores privilegiados por los generosos subsidios.

A pesar de los desafíos internos de los mecanismos europeos y algunos ajustes compensatorios necesarios, el acuerdo es robusto, respaldado por la presidenta de la Comisión Europea, con el apoyo de la abrumadora mayoría de los países miembros. Cuando se implemente, el acuerdo creará una zona de libre comercio que abarcará más del 25% del PIB mundial.

El acuerdo Mercosur-Unión Europea, junto con la reunión del G-20 en Río de Janeiro, que resultó en un esfuerzo global sin precedentes para combatir el hambre, y la realización de la COP 30 en Belém, en el corazón de la Amazonía, el mayor patrimonio de biodiversidad mundial, forma parte de la construcción de un mundo que no se cierra sobre sí mismo, que no levanta muros ni crea divisiones entre países. El acuerdo demuestra que la bipolaridad entre Estados Unidos y China no es inevitable, que la creciente espiral proteccionista no es irreversible y que causas comunes como la lucha contra el hambre y la catástrofe ambiental son una lucha compartida.

Bajo el liderazgo del presidente Lula, Brasil y el BNDES están comprometidos con un mundo más plural, más abierto, más solidario, más verde y más inclusivo. Y ahora, más que nunca, el mundo necesita a Brasil.